jueves, 23 de junio de 2016

Alumnos de 6º año B le dan cierre a la historia de Cenicienta:

Micaela.......nuestra Cenicienta


Había una vez una señora que tenía dos hijos: una hija llamada Anastasia y un hijo llamado Roberto.
La hija era mala, rebelde y envidiosa, mientras que el varón era tranquilo, amable y muy bueno con toda la gente del pueblo.
La madre, que se llamaba Lucilda, se aprovechó de un señor rico que estaba muy enfermo y lo conquistó para casarse.
Al poco tiempo, ese señor falleció dejando sola a su adorable hija, llamada Micaela.
A partir de ese momento la madrastra de la joven se adueñó de la casa y de todos los bienes.
Micaela quedó sin nada. Su madrastra la obligaba a trabajar. Tenía que limpiar toda la casa. Pasaba largas horas encerrada en la cocina. ¡Pobre muchacha, se ensuciaba con ceniza! Lucilda y Anastasia la llamaban Sucicienta, burlándose de ella.
Pero Roberto, era bueno y no le gustaba lo que le estaban haciendo. Él era el único amigo que tenía la joven.
Una mañana Micaela fue a revisar el buzón y encontró una invitación para el baile real: ¡El príncipe  iba a elegir esposa! Ella escondió la carta para que su madrastra y hermanastra no la vieran. Micaela confiaba en Roberto. Estaba segura que este no le contaría nada a su madre, por lo que decidió mostrarle la carta. Nunca se imaginaron que mientras ellos hablaban, detrás de la puerta, estaba escuchando Anastacia. Como esta quería casarse con el príncipe fue corriendo a contarle a su madre para que la ayudara a crear un plan.
Crearon una carta que decía que el baile real había cambiado de dirección y se la enviaron a Sucicienta. Roberto encontró la carta y se la mostró a Micaela. Ellos comenzaron a aprontarse, ya que el baile quedaba más lejos.
Como Micaela no tenía ropa, Roberto le consiguió un vestido y un par de zapatos para ir al baile.
 Roberto al verla quedo asombrado por su belleza. Micaela lo miró y le preguntó- ¿nos vamos? Juntos salieron hacia la fiesta en un carruaje. Al llegar al lugar no había nadie. A lo lejos dentro de los árboles vieron una luz brillar. Cuando se acercaron, era el hada madrina, quien les dijo:- he visto que tu madrastra te ha estado engañando con una carta falsa, enviándote a un lugar equivocado, yo los guiaré hasta el baile real.
Micaela llegó al baile y el príncipe se enamoró de ella al verla.
Bailaron toda la noche hasta escuchar el tang-tang de las doce campanadas, que indicaba que finaliza el baile. En ese momento, el príncipe apurado porque se le acababa el tiempo, le propuso matrimonio a Micaela. Y ella poniéndose nerviosa salió corriendo y perdió un collar con las iniciales de su nombre en las escaleras del palacio.



Al otro día el príncipe salió desesperado a buscar a la dueña del collar. Recorrió todo el pueblo y al final de la búsqueda llegó a la casa de Lucilda, quien le dijo al príncipe que ese collar era de su hija y la fue a llamar. Pero en vez de llamar a Micaela, llamó a  Anastacia. Al verla el príncipe se decepcionó, el sabía que esa joven no era la que había bailado con él en el baile.
Justo en ese momento apareció Roberto por detrás, escuchando lo que sucedía, y fue rápidamente a buscar a la verdadera Micaela, quien apareció toda sucia y despeinada con mucha vergüenza. El príncipe le preguntó si el collar le pertenecía y ella tímidamente le respondió que si. En ese momento él le volvió a pedir matrimonio y ella aceptó felizmente. Lucilda y Anastacia lloraban de envidia.

Ellos se casaron e hicieron una gran fiesta, donde Roberto conoció a la hermana del príncipe. Al poco tiempo este también se casó y se fue a vivir al palacio. Las dos mujeres amargadas se quedaron solas y lo peor de todo ¡sin empleada!




Y... colorìn colorado...
 este cuento inventado 
¡¡ se ha acabado !!


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