lunes, 30 de mayo de 2016

Los alumnos de 4º año A le ponen ruedas a la historia:

Los tres cerditos y Caperucita ... 
sobre ruedas

Había una vez tres cerditos traviesos que vivían muy felices en el bosque junto a su prima Caperucita Roja. Disfrutaban mucho de la naturaleza, les encantaba oler las flores, perseguir mariposas y disfrutar de la belleza.
Un día al salir al campo, la chismosa gallina llamada Martina, que sabía todo lo que sucedía en los alrededores, les dijo:
-¡Coco, ro,  coco! ¡Tengan mucho cuidado, el lobo que ha perseguido a la amable niña de capa roja está escondido entre los árboles!
Los cochinillos se sintieron muy temerosos. Caperucita comenzó a enloquecer  y a gritar:
-¡Oh no! ¡Tengo miedo de ver al lobo horroroso otra vez! Primos es necesario que acondicionemos nuestros vehículos para huir de ese malvado.
A partir de ese momento empezaron a limpiarlos, ponerles combustible, inflar sus cubiertas…
Los dos cerditos más pequeños se pasaban todo el día jugando, por eso no se  esforzaron mucho y acondicionaron el primer vehículo que encontraron. En cambio el mayor, que era el más trabajador, dijo:
-Arreglaré el medio de transporte más rápido y resistente que encuentre. ¡Oink, oink!
Entonces fue al viejo galpón y lo destapó; estaba sucio y abandonado pero era un tesoro muy preciado. Empezó a trabajar en él con todo esmero.
Caperucita no quiso ser menos y decidió reparar su hermosa carroza rosa.
Pasaron unos días y una mañana muy fría y soleada golpearon en la rústica puerta del más pequeño: ¡toc, toc!
-¿Quién es? -Preguntó el cerdito.
-Soy el lobo, sal por favor.
-Esta puerta no abriré y por otra escaparé,  porque sé que me quieres desayunar y yo no te voy a dejar -dijo el pequeño.
-Entonces, ¡correré, correré y al final te alcanzaré!
El puerquito asustado escapó subido en su monopatín para llegar a la casa de su hermano Martín.
-¡Ayúdame que el lobo feroz me quiere atrapar!
Velozmente Martín se asustó y la puerta le abrió.
Al poco rato llegó el lobo y dijo agitadamente:
-¡Abran y salgan por favor!
-Espera que voy a buscar la llave gastada para hacerte pasar –le respondió uno de los dos hermanitos. En realidad fue por la reluciente llave de su moto.
-Entonces los esperaré y si se escapan ¡correré, correré y al final los alcanzaré!
Los dos cerditos nerviosos condujeron muy rápido en la motocicleta y llegaron a la casa de Caperucita con la intención de huir con ella.
-¡Ayuda, ayuda! ¡Por favor prima sálvanos del lobo angurriento! -Gritaron los chanchitos.
Ella intentó protegerlos y escapar con ellos, pero tuvieron que huir corriendo porque la hermosa y débil carroza rosa de Caperucita no podía con los tres.
Fueron a toda velocidad hasta la cercana casa del hermano mayor, éste los vio venir huyendo, les abrió la puerta  de su auto Ferrari y se marcharon los cuatro rápidamente.
De nuevo el feroz animal los intentó alcanzar, corriendo lo más rápido que podía, mientras los tres cerditos y su prima adiós le hacían desde el lujoso y veloz auto que conducían.
El lobo muy cansado al fin los alcanzó, cuando a los temerosos chanchitos el combustible se les acabó.
Los tres cerditos y Caperucita estaban muy asustados pues no tenían adónde ir. Temblaban, transpiraban, hasta se hicieron pis.
El lobo peludo y dientudo caminó seriamente hacia ellos.
Los cuatro se tomaron de las manos y cerraron los ojos.
El lobo feroz se paró frente a ellos y dijo dulcemente:
-Tan sólo quiero jugar con ustedes.
Los cerditos y Caperucita se pusieron muy felices y lo aceptaron como amigo. A partir de ese día todos juntos jugaron y cantaron...
“¿Quién ama al lobo feroz, al lobo, al lobo? Los primos amamos al lobo, al lobo, al lobo...”


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