Los alumnos de 4º año A le ponen ruedas a la historia:
Los
tres cerditos y Caperucita ...
sobre ruedas
Había una vez tres cerditos
traviesos que vivían muy felices en el bosque junto a su prima Caperucita Roja.
Disfrutaban mucho de la naturaleza, les encantaba oler las flores, perseguir
mariposas y disfrutar de la belleza.
Un día al salir al campo,
la chismosa gallina llamada Martina, que sabía todo lo que sucedía en los
alrededores, les dijo:
-¡Coco, ro, coco! ¡Tengan mucho cuidado, el lobo que ha
perseguido a la amable niña de capa roja está escondido entre los árboles!
Los cochinillos se
sintieron muy temerosos. Caperucita comenzó a enloquecer y a gritar:
-¡Oh no! ¡Tengo miedo de
ver al lobo horroroso otra vez! Primos es necesario que acondicionemos nuestros
vehículos para huir de ese malvado.
A partir de ese momento
empezaron a limpiarlos, ponerles combustible, inflar sus cubiertas…
Los dos cerditos más
pequeños se pasaban todo el día jugando, por eso no se esforzaron mucho y acondicionaron el primer
vehículo que encontraron. En cambio el mayor, que era el más trabajador, dijo:
-Arreglaré el medio de
transporte más rápido y resistente que encuentre. ¡Oink, oink!
Entonces fue al viejo
galpón y lo destapó; estaba sucio y abandonado pero era un tesoro muy preciado.
Empezó a trabajar en él con todo esmero.
Caperucita no quiso ser
menos y decidió reparar su hermosa carroza rosa.
Pasaron unos días y una
mañana muy fría y soleada golpearon en la rústica puerta del más pequeño: ¡toc,
toc!
-¿Quién es? -Preguntó el
cerdito.
-Soy el lobo, sal por
favor.
-Esta puerta no abriré y
por otra escaparé, porque sé que me
quieres desayunar y yo no te voy a dejar -dijo el pequeño.
-Entonces, ¡correré,
correré y al final te alcanzaré!
El puerquito asustado escapó
subido en su monopatín para llegar a la casa de su hermano Martín.
-¡Ayúdame que el lobo feroz
me quiere atrapar!
Velozmente Martín se asustó
y la puerta le abrió.
Al poco rato llegó el lobo
y dijo agitadamente:
-¡Abran y salgan por favor!
-Espera que voy a buscar la
llave gastada para hacerte pasar –le respondió uno de los dos hermanitos. En
realidad fue por la reluciente llave de su moto.
-Entonces los esperaré y si
se escapan ¡correré, correré y al final los alcanzaré!
Los dos cerditos nerviosos condujeron
muy rápido en la motocicleta y llegaron a la casa de Caperucita con la
intención de huir con ella.
-¡Ayuda, ayuda! ¡Por favor
prima sálvanos del lobo angurriento! -Gritaron los chanchitos.
Ella intentó protegerlos y
escapar con ellos, pero tuvieron que huir corriendo porque la hermosa y débil
carroza rosa de Caperucita no podía con los tres.
Fueron a toda velocidad
hasta la cercana casa del hermano mayor, éste los vio venir huyendo, les abrió
la puerta de su auto Ferrari y se
marcharon los cuatro rápidamente.
De nuevo el feroz animal
los intentó alcanzar, corriendo lo más rápido que podía, mientras los tres
cerditos y su prima adiós le hacían desde el lujoso y veloz auto que conducían.
El lobo muy cansado al fin
los alcanzó, cuando a los temerosos chanchitos el combustible se les acabó.
Los tres cerditos y
Caperucita estaban muy asustados pues no tenían adónde ir. Temblaban,
transpiraban, hasta se hicieron pis.
El lobo peludo y dientudo
caminó seriamente hacia ellos.
Los cuatro se tomaron de las
manos y cerraron los ojos.
El lobo feroz se paró
frente a ellos y dijo dulcemente:
-Tan sólo quiero jugar con ustedes.
Los cerditos y Caperucita
se pusieron muy felices y lo aceptaron como amigo. A partir de ese día todos juntos
jugaron y cantaron...
“¿Quién ama al lobo feroz,
al lobo, al lobo? Los primos amamos al lobo, al lobo, al lobo...”
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