Micaela.......nuestra Cenicienta
Había una vez una señora que
tenía dos hijos: una hija llamada Anastasia y un hijo llamado Roberto.
La hija era mala, rebelde y
envidiosa, mientras que el varón era tranquilo, amable y muy bueno con toda la
gente del pueblo.
La madre, que se llamaba
Lucilda, se aprovechó de un señor rico que estaba muy enfermo y lo conquistó
para casarse.
A partir de ese momento la
madrastra de la joven se adueñó de la casa y de todos los bienes.
Micaela quedó sin nada. Su madrastra la
obligaba a trabajar. Tenía que limpiar toda la casa. Pasaba largas horas encerrada
en la cocina. ¡Pobre muchacha, se ensuciaba con ceniza! Lucilda y
Anastasia
la llamaban Sucicienta, burlándose de ella.
Pero Roberto, era bueno y no
le gustaba lo que le estaban haciendo. Él era el único amigo que tenía la
joven.
Una mañana Micaela fue a revisar el
buzón y encontró una invitación para el baile real: ¡El príncipe iba a elegir esposa! Ella escondió la carta
para que su madrastra y hermanastra no la vieran. Micaela confiaba en
Roberto. Estaba segura que este no le contaría nada a su madre, por lo que
decidió mostrarle la carta. Nunca se imaginaron que mientras ellos hablaban,
detrás de la puerta, estaba escuchando Anastacia. Como esta quería
casarse con el príncipe fue corriendo a contarle a su madre para que la ayudara a
crear un plan.
Crearon una carta que decía que el baile real
había cambiado de dirección y se la enviaron a Sucicienta. Roberto encontró la carta y se la mostró a
Micaela.
Ellos comenzaron a
aprontarse, ya que el baile quedaba más lejos.
Como Micaela no tenía ropa,
Roberto le consiguió un vestido y un par de zapatos para ir al baile.
Roberto al verla quedo asombrado por su
belleza. Micaela
lo
miró y le preguntó- ¿nos vamos? Juntos salieron hacia la fiesta en un carruaje.
Al llegar al lugar no había nadie. A lo lejos dentro de los árboles vieron una
luz brillar. Cuando se acercaron, era el hada madrina, quien les dijo:- he
visto que tu madrastra te ha estado engañando con una carta falsa, enviándote a
un lugar equivocado, yo los guiaré hasta el baile real.
Micaela llegó al baile y
el príncipe se enamoró de ella al verla.
Bailaron toda la noche hasta
escuchar el tang-tang de las doce campanadas, que indicaba que finaliza el
baile. En ese momento, el príncipe apurado porque se le acababa el tiempo, le
propuso matrimonio a Micaela. Y ella poniéndose nerviosa salió corriendo y
perdió un collar con las iniciales de su nombre en las escaleras del palacio.
Al otro día el príncipe salió
desesperado a buscar a la dueña del collar. Recorrió todo el pueblo y al final
de la búsqueda llegó a la casa de Lucilda, quien le dijo al príncipe que ese
collar era de su hija y la fue a llamar. Pero en vez de llamar a Micaela, llamó
a Anastacia. Al verla el príncipe se
decepcionó, el sabía que esa joven no era la que había bailado con él en el
baile.
Justo en ese momento apareció
Roberto por detrás, escuchando lo que sucedía, y fue rápidamente a buscar a la
verdadera Micaela, quien apareció toda sucia y despeinada con mucha vergüenza.
El príncipe le preguntó si el collar le pertenecía y ella tímidamente le
respondió que si. En ese momento él le volvió a pedir matrimonio y ella aceptó
felizmente. Lucilda y Anastacia lloraban de envidia.
Ellos se casaron e hicieron
una gran fiesta, donde Roberto conoció a la hermana del príncipe. Al poco
tiempo este también se casó y se fue a vivir al palacio. Las dos mujeres
amargadas se quedaron solas y lo peor de todo ¡sin empleada!
Y... colorìn colorado...
este cuento inventado
¡¡ se ha acabado !!
Divino nuestro cuento!!!!!!!!!
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